Capítulo
2.
Siento no subir ayer, esto de estar en verano afecta (no sé en que día de la semana estoy hahahahaha) Disfrutad, Subo dos por la tardanza. Besos
Beatriz:
-¿A dónde me llevan?
-pregunto mientras me siento en ese estúpido furgón. Bajo la cabeza ya que no
quiero que Arthur me vea.
-Hola a ti también.
-Arthur, no intentes ser
amable.-Oigo una voz femenina.
-Katherine, cállate.
-No me llames así, imbécil.
-Callaos los dos.-Una voz nueva
aparece, no es la de mi padre, de eso estoy segura. Levanto la cabeza y veo que
enfrente de mí hay dos chicos: uno con los ojos cerrados al lado de la ventana
y el otro a su lado, justo enfrente de mí, y como había pasado con Mark hacía
una media hora, abre la boca y los ojos casi se le salen de las órbitas.
-Arthur, ¿sabías que después de
abrir la boca hay que volverla a cerrar? -La chica suelta una carcajada,
riéndose de su propio chiste.
-¿La has visto?
-¿El qué?
-A ella.
-Sí, está ahí sentada.-Los comentarios
me parecen cada vez más estúpidos.
-No, Katherine, su cara.
-¡No me llames así!
-¿Podrías…? -Me giro sin hacerle
caso y pongo mi cara a salvo-.Por favor.-Alarga su mano en mi dirección.
-Como te atrevas a tocarme el
pelo, prepárate para decirle adiós al mundo.-Oigo una risa escandalosa que
procede de mi lado izquierdo.
-Cuidado Arthur, que muerde.
-Katherine, cállate. Arthur, ¿qué
quieres enseñarnos?
-Si se quitara el pelo, lo entenderíais.-De
repente, sin quererlo, mi cabeza se alza y mi pelo se hace hacia atrás, haciendo
que pueda ver a las tres personas que tengo alrededor. Una chica, supongo que
Katherine, me mira con asombro. Tiene el pelo marrón casi rubio, y unos ojos de
un intenso color ámbar; estos tienen la forma alargada y grande de los de un
gato. Su pelo cubre una marca de alguna caída en el lado izquierdo de la cara,
y sus labios, anchos y rojos, están abiertos por la impresión. Tiene el cuerpo
delgado y tenso. El chico que me subió al furgón, Arthur, tiene la misma
expresión que la otra chica, y sus rostros son prácticamente iguales,
diferenciando, tal vez, que sus ojos son un poco más pequeños, que no tiene la
marca de la cara, que tiene las facciones mucho más marcadas y que la nuez, de
la que carece la chica, está muy acentuada.
El tercer y último chico, del que
desconozco el nombre, tiene el pelo oscuro y los ojos más verdes e intensos que
he visto nunca. Su nariz, recta pero gruesa, queda a la perfección con sus
labios finos. Tiene la mano apoyada en el hueco de la ventana y me mira con
hastío.
-Tiene sus mismos ojos -dice
Katherine. Intento bajar mi cabeza, pero no puedo.
-Déjalo, no te va a servir de
nada.-Me advierte el de los ojos verdes.
-¿Qué estás haciendo? -le
pregunto.
-Solo intentando que no bajes la
cara.
-¿Por qué?
-Porque no entiendo por qué tú
tienes sus ojos, nadie los tiene, solo los puede tener su heredero, a no ser
que tú seas su…
-¿Hija? -pregunta Arthur
sorprendido-. Daniel, ¿eso es posible?
-De él sabemos muy poco, solo que
es nuestro maestro.
-¿Pero ella? ¿Una chica a la cual
viene a buscar, no sé,… quince o dieciséis años después? -pregunta Katherine
irritada.
-Se parecen -contesta Arthur-. De
eso no hay duda.-Daniel se pone recto en su asiento y estira la mano hacia mí,
alcanzando mi muñeca, y poniendo los dedos índice y corazón encima, busca algo
que yo no tengo.
-Pierdes el tiempo, nadie nunca
lo ha encontrado.
-No tiene pulso -afirma Daniel,
ignorándome.
-Te lo he dicho.
-Eso quiere decir que no tiene
corazón -dice Katherine sin sorprenderse mucho, como si eso fuera normal.
-Definitivamente es su hija -declara
Daniel.
-La magia corre por sus venas.-Le
sigue Arthur.
-Es una “Sin corazón”.-Termina Katherine.
-¿Magia? ¿Sin corazón? ¿De qué
demonios habláis? -La puerta de la furgoneta se abre y el asiento que está al lado
de Arthur es ocupado por “Él”.
-Dejad de hablar de cosas que
ella no entiende.
-¿Se lo vas a contar? -pregunta
Daniel. Parece que es el único que no ha perdido la compostura con la presencia
de “Mi padre”.
-Es mi hija, tiene que saber las
cosas de la familia, ¿verdad, Beatriz? -Trago saliva, odio las palabras hija y
Beatriz en la boca de ese hombre.
-No me llames así.
-Bueno, como quieras.-Mete la
mano dentro del bolsillo y cuando la saca veo que tiene algo brillante en
ella-.Tu madre me dio esto para ti.-Y lo tira, cae en mis manos y entonces veo
que es su colgante.
-¿Por qué me separas de ella?
-Porque tú eres demasiado
especial como para estar a su lado, eres mi hija quieras o no, y hay mucha
gente que te quiere únicamente por esa razón.
-Hablas como si me estuvieras
salvando y estoy segura de que esa no es tu intención.
-No, aparte de eso te necesito,
eres la última de nuestra especie y como alguien me mate a mí, luego irán a por
ti.
-¿Por qué?
-La gente solo quiere poder, y tu
padre tiene mucho.
-Tu padre y tú podéis destruir el
mundo si queréis -habla por primera vez Arthur desde que “Él” se ha subido al
coche.
-Arranca.-Le ordena mi padre a
alguien que no consigo ver. El coche arranca y me despido de mi casa, ya que sé
que no la voy a volver a ver en mucho tiempo.
-¿A dónde me llevas? -pregunto
colocando el colgante de mi madre en uno de mis bolsillos.
-A tu nuevo hogar, por supuesto -contesta
con una sonrisa, que no hace que me tranquilice.
-¿Y eso es…? -pregunto
desesperada.
-Ya lo sabrás cuando lo veas -contesta
Daniel tajante. Me da la sensación de que no le gusto mucho, aunque también
puede ser que no le guste nadie en general.
Arthur saca una baraja de cartas
de la nada, y yo me quedo absorta durante unos segundos observándolas, ¿las
tenía desde antes?
-¿Alguien juega? –Todos
permanecen en silencio-. ¿Nadie? Venga, por favor, que el camino es muy largo.
-Yo juego, pero cállate -dice su
supuesta hermana, ya que todavía no lo he confirmado.
-Beatriz, ¿tú juegas? -Me
pregunta el chico que hay en frente de mí con ojos suplicantes. Levanto una
ceja y Katherine se ríe.
-Me da que eso es un no, Arthur.
-¿Al menos me podrías cambiar el
sitio? -No me gusta la idea de estar entre las dos personas más antipáticas del
furgón, pero ya que no juego y él ha sido la única persona que me ha tratado
bien y ha intentado ser amigable conmigo, no me puedo negar. Me levanto con
cuidado, ni siquiera le he dado una respuesta, pero al ver que me estoy
levantando, él hace lo mismo y justo cuando ya estoy de pie, el coche pasa por
una curva. Arthur me intenta agarrar, pero me resbalo de sus manos y cuando pienso que me voy a llevar una
buena, alguien me sujeta. Al principio, creo que es Katherine ya que es la única
que está pendiente de nuestro cambio, pero cuando miro a la persona que me ha
agarrado y me ha llevado hasta él, me quedo con la boca abierta.
-Gracias.
-Un placer -dice mientras me
suelta y vuelve a poner un brazo en el hueco de la ventana, y posa su cabeza en
la mano. Me levanto del suelo de terciopelo del furgón y me siento en el que
era el sitio de Arthur.
-¿Estás bien? -pregunta éste al
que acabo de nombrar.
-Sí.-Miro a Daniel, quien vuelve
a tener los ojos cerrados, como si no me acabara de salvar. Me acomodo en el
sillón y miro la partida de Arthur y Katherine y como no sé qué más hacer, les
pregunto lo que lleva rato rondando por mi mente.
-Por desgracia, sí. La verdad, no
entiendo por qué tengo que aguantar a este idiota todos los días de mi vida, si
no fuera porque cuando estamos juntos tenemos el poder completo. Te aseguro que
no estaría con él.
-¿No te gusta tener un hermano? -pregunto
eso, aunque tengo ganas de preguntar que qué es eso del poder completo, pero sé
que teniéndolo a “Él” a mi lado no me lo van a contar, o al menos no de
momento.
-Sí y no, la verdad es que no lo
aguanto, pero no sé qué haría si no lo tuviera.-Arthur esboza una sonrisa triunfal-.
Quita esa sonrisa de la cara, que seguro que te pasa lo mismo conmigo.
-Sí, yo tampoco sé qué haría sin
ti.-Pasa el tiempo y siento que el sueño viene a por mí ya que el aburrimiento
es insufrible. Y cuando siento que solo han pasado como cinco minutos, alguien
me toca en el hombro y aunque noto que me tocan, no quiero abrir los ojos
porque sé que la visión que me encuentre al abrirlos no me va a gustar. De
repente, siento que el sillón ya no está debajo de mí y que alguien, no sé quién
me está levantando. Abro un poco los ojos para encontrarme con los verdes de
Daniel.
-Puedes volver a cerrar los ojos
si eso es lo que quieres, te aseguro que podrás volverlos a abrir, no te voy a
hacer daño, te voy a llevar a tu nueva habitación.
-¿Por qué mi padre me necesita? -pregunto
con voz somnolienta. No sé cuánto llevo sentada en ese furgón, pero mi cuerpo
me dice que muchas horas.
-Por tu propio bien, aquí no lo
llames así o vas a tener muchos problemas; llámalo señor o maestro, y a lo de
por qué te necesita… Creo que no soy el indicado para contestar a eso.-Asiento,
de él me esperaba esa respuesta-. Mañana, cuando te levantes, búscame a mí o a
Arthur.
-¿A Katherine no?
-En su presencia llámala Kate, no
le gusta Katherine y ella no te va a proteger, en todo caso ayudaría a que te
dejaran en ridículo o algo así.
-¿Por qué la llamas Katherine y no
te dice nada?
-Porque se puede decir que yo soy
importante y no le queda otra que aguantar lo que yo diga.-Siento que se abre
una puerta, luego entra teniendo cuidado de no darme y me deposita en una
cama-. Buenas noches, Beatriz.
-Buenas noches, Daniel.-Por
alguna razón sé que sonríe al oír su nombre, pero no estoy segura porque estoy
demasiado cansada como para saberlo.
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