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viernes, 13 de septiembre de 2013

Sin corazón: El comienzo. Capítulo 4.

Capítulo 4.

Siento la tardanza de verdad. Os dejo con el capítulo.
Beatriz:

Me deposita en el suelo de una clase que hace rato ya que ha empezado. Una mujer está delante de un montón de alumnos, explicando algo y se gira cuando ve que Arthur va a sentarse en su sitio, intentando no hacer ruido. Daniel no se mueve de mi lado y me da un ligero apretón en la mano derecha, haciendo que me sobresalte debido a su contacto inesperado.
-Hola -dice con una sonrisa la mujer que está en medio de la estancia. Había pensado que se iba a enfadar, pero me he equivocado.
-Hola -contesto quedamente, sintiéndome rara hablando delante de tantas personas. La mujer de pelo castaño se acerca a mí y posa una mano en mi hombro.
-Tú debes de ser Beatriz.-Yo asiento y me pregunto cómo sabe eso-, encantada, yo soy Luna, la profesora de control de tierra y la madre de quien parece que te ha traído a rastras hasta aquí.-La clase suelta algunas risillas.
-Si no sueltas que eres mi madre no estás contenta ¿verdad? -Miro cómo asiente Luna y veo que tiene exactamente el mismo color de ojos que Arthur y Kate. Su rostro es muy joven y se parece muchísimo a sus hijos, por no decir que ella podría ser, sin ningún inconveniente, la hermana mayor, aunque seguramente pasa de los treinta y cinco.
-Arthur, solo se lo digo para que sepa a quién tiene que avisar si intentas hacer algo raro -dice ella con una voz muy inocente. Definitivamente ya sé de quién sacó el sentido del humor Arthur.
-Como si fuera un pervertido…
-Esa conclusión la has sacado tú solito, yo no me refería a ese tipo de cosas -comenta ella-. Después de eso que acabas de decir, a saber qué le harás a la pobre Beatriz.
-Qué graciosa eres mamá, me parto el culo contigo.-Luna se encoge de hombros.
-Vuelvo a ti.-Me mira y observa la clase, buscando algo-. Puedes sentarte al lado de Miriam -dice señalando un sitio al lado de una chica de pelo negro, liso y con un flequillo recto por encima de los ojos; estos últimos son grandes, y de un color un tanto extraño, azules, tirando más al lila y con una especie de dibujos abstractos de color verde y azul claro; luego, veo que sus labios son finos y que tiene una piel clara, es muy guapa. Veo que no quiere pretender algo que no es, con solo observarla desde mi asiento. Agacho la cabeza, ya que ella me ha pillado, pero noto que me dedica una sonrisa. No estoy acostumbrada a sentarme junto a alguien, ya que, normalmente, siempre estaba sentada detrás, sola con mis pensamientos, y también con los otros marginados sociales de la clase.
-Luna -llama una voz que me resulta familiar-. ¿Por qué está esta cosa aquí? Es clase baja.
-Úrsula, respeta y, además, son asuntos que a ti no te incumben.
-Pero es incomprensible, aquí solo estamos los veinte primeros de la lista. Seguro que ni siquiera sabe utilizar la telequinesia, que es una de las cosas más sencillas. Ella nunca ha estado aquí y yo llevo desde los tres años. No se puede poner a alguien como a ella, con tan poco poder y que, encima, no sabe utilizarlo, aquí, con Daniel o conmigo. Ni siquiera le llega a la suela de los zapatos a Madeleine.
-Úrsula, deja de despreciar.-Se mete en la discusión Daniel y da un golpe en la mesa para que acabe ya.
-¡¿Por qué la proteges tanto?! ¡No lo entiendo! Casi ni la conoces y la tratas como si fuera algo de gran valor. Es solo una estúpida.
-Mira, Barbie de porcelana, he intentado aguantarme, pero como vuelva a salir un solo insulto de tu boca de trucha asquerosa, te parto la cara y todo lo que coja.-Levanto la cabeza y la miro por primera vez a los ojos. El iris es entre azul y rosa, y rodeando a la pupila un rosa intenso hace que quieras bajar la mirada. Los ojos son la puerta del alma y estoy segura de que Úrsula es un demonio por dentro con todas las condiciones. Su pelo marrón cae encima de sus hombros en rizos, su piel es blanca y sus labios son rosas y tienen una capa de brillo encima. Es alta, y tiene la figura de una modelo. Seguramente por estas cualidades físicas es por lo que se cree tanto-. O sea ¿lo captas? -digo haciendo un movimiento de cabeza, como suelen hacer las niñas pijas en la televisión. Oigo una risa escandalosa que, aunque la he escuchado pocas veces, ya sé perfectamente de quién es.
-¡Arthur, cállate! -chilla Úrsula. Suelta aire por la nariz y sin saber por qué, se me da un aire a un toro que está a punto de lanzarse sobre el torero-. ¡Yo la mato! -Y se abalanza sobre mí, sin intentar ninguno de sus truquitos, solo intentando estrangularme con sus propias manos. Sus extremidades superiores encuentran mi cuello, pero justo cuando empieza a aplicar fuerza sobre éste, sale disparada hacia el techo-. ¡Daniel, suéltame! -Me incorporo, mirando con furia a Úrsula y sin más, baja un poco y con gran velocidad vuelve a estamparse contra el techo. Algo me toca el hombro y veo que es Arthur,  está preocupado. Luego miro a Daniel y veo que en su rostro hay desconcierto y fascinación; clava sus ojos en los míos.
Bájala” es como un susurro en mi mente.
“¿Daniel?”
“Beatriz, bájala.”
“No soy yo.”
“Sí, sí que eres tú. Si fuera otra persona, Úrsula podría bajar o Luna o incluso yo, pero eres tú quien la tiene ahí arriba, eres la única aquí que tiene tanto poder como para que queramos bajarla y no podamos hacerlo.”
“Pero lo que tú estás diciendo no tiene sentido. Yo no sé utilizar mis poderes y mucho menos sé cómo bajarla.”
“Beatriz, los poderes se activan cuando sabes de su existencia y como no los sabes utilizar solo van a aparecer cuando sientas alguna amenaza. Ahora lo único que tienes que hacer para bajarla es, primero, relajarte, respirar y luego intentar que tu odio hacia ella desaparezca e imaginar que está descendiendo; venga, inténtalo.”
Miro a Úrsula, ahí arriba, sobre mi cabeza y, sin darme cuenta, una sonrisa se desliza sobre mis labios, pero en seguida me doy cuenta de que eso está mal; le echo un vistazo a Daniel, que está un poco inquieto por no ser capaz de ayudar a Úrsula, y me siento un poco culpable, pero, en el fondo, me estoy riendo de ella porque realmente se lo merece. Me giro para encontrarme con los ojos color ámbar de Arthur y siento cómo clavando mis ojos en los suyos me voy calmando. Intento respirar tranquilamente y visualizar a la Barbie en el piso. Arthur sonríe para darme ánimos, ya que creo que sabe lo que estoy intentando hacer y eso me ayuda.
-Has tardado un poco y tal, ¿no? -Sé que está en el piso cuando oigo esto, ¿encima que la bajo se pone así? De verdad, las cosas que tengo que aguantar de una Barbie desfasada.
-Al menos te he bajado -dice Daniel cortándola.
-Ya, vale.
Pasan las horas y llega el almuerzo, una hora que creo que no es muy buena para mí. Entro en el comedor y veo que mi padre está sentado en una mesa al fondo de la estancia con un montón de hombres y mujeres, más bien mayores. Entre ellos, encuentro a Luna.
-¿Siempre almuerzan con nosotros? -Le pregunto a Arthur, ya que Daniel se ha adelantado.
-No, solo los viernes.
-¿Por qué tengo que empezar un viernes?
-¿No tenías ganas de ver a tu padre?
-¿Yo? ¿Tú qué fumas? -Suelta una carcajada tan ruidosa que se oye por encima de todos los murmullos y mi padre me mira. Me da una ojeada y niega con la cabeza-. ¿Por qué hace eso?
-No llevas el uniforme y es una de las normas sagradas de la escuela.
-Pues que no se haga ilusiones, porque eso yo no me lo pongo ni muerta.
-Acabaras poniéndotelo, ya verás.
-¿Tienes un nido de pájaros en los oídos o algo? ¿Qué es lo que no entiendes del “no me lo pongo ni muerta”?
-No conoces a tu padre enfadado, da miedito, miedito.-Sonrío al ver su cara y él sonríe conmigo-. Deberías sonreír más a menudo, eres preciosa.-Me ruborizo y bajo la cabeza; es la primera vez que alguien me dice algo así y como muchas cosas, últimamente, me resulta extraño. Arthur y yo nos ponemos en una cola para elegir comida; cojo una ensalada, una botella de agua, un yogurt y un trozo de lo que parece ser un filete a la plancha. Nos sentamos en la mesa y observo que ya no queda nadie cogiendo comida. Mi padre hace un gesto con la mano y todos se levantan, hacen una reverencia y se vuelven a sentar. Yo miro todo desde el asiento que tengo entre Daniel y Arthur. En frente, después de no haberla visto en todo el día, veo a Kate que está hablando entre susurros con otra chica de ojos amarillos.
-Hola a todos. Hoy, como todos los viernes, hablaremos de los conflictos que hay, tanto dentro como fuera, de este establecimiento, pero antes, me gustaría presentaros a todos a una nueva alumna: Beatriz Scarlett McClain. Ven, acércate -maldigo a mi padre en un susurro y me levanto, miro a las personas que están sentadas ahí, y sé que a la mayoría no les importo, sobretodo, porque, como dice Arthur, soy de clase “baja”-. Esta es Beatriz, mi hija.-De repente oigo unos gritos y un fuerte golpe en una mesa, miro a mi alrededor y veo que Daniel está levantado y con las manos sobre la mesa. Su bandeja ha volado y le ha caído de lleno a un chico encima, pero al ver quién la ha tirado, se sienta e intenta quitarse los espaguetis con una servilleta.
-¡Quedamos en que no se lo íbamos a decir a nadie! -grita Daniel, algo desesperado.
-Cállate, tú solo te tienes que ocupar de cuidarla, lo demás déjamelo a mí.
 -Así me va a resultar más difícil esa tarea; sabes perfectamente que hay personas que juegan a dos bandos aquí, y te recuerdo que con Goliat y esa gente yo tengo poco que hacer.
-Daniel, solo preocúpate de cuidarla de la gente de aquí, y esta discusión ya ha acabado.
-¿Cómo va a ser tu hija? No tiene tus ojos -interviene Úrsula, preguntando en voz alta lo mismo que se les pasa a todos por la cabeza. Sin que mi padre me diga nada, me quito las lentillas y la miro a la cara.

-Existen las lentillas -digo enseñándoselas. Úrsula abre los ojos y baja la cabeza humillada. Por primera vez desde que llegué a este lugar, me siento poderosa y me gusta, pero algo dentro de mí me advierte de que nada va a ser fácil de ahora en adelante.

2 comentarios:

  1. DIos realmente me encanta esta historia, aunque sean capítulos que ya he leído han sido reformados y me encanta leer otra vez esta historia, me han encantado este capitulo y los otros dos que pusiste hace un tiempo y no me di cuenta de que estaban para leerlos, sobre todo me ha encantado la parte nueva del capitulo 3 en la que narra Daniel un beso eres una buena escritora;-D

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    1. Hahahahaha muchas gracias Ariss!! De verdad, no solo por dejar un comentario siempre, si no por volverla a leer. La parte de Daniel creo que es la única nueva en estos capítulos, y la puse para que así las personas entendieran un poco sus actos, y a él por supuesto. Muchísimas gracias otra vez, y tu también lo eres. Besoss.

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