Capítulo
5.
Los comentarios se agradecen hahahaha. Que disfrutéis del capítulo.
Beatriz:
Me levanto de la cama
sobresaltada, acabo de tener un sueño, un espantoso y terrorífico sueño. Vuelvo
a caer sobre la cama, es de noche todavía. Vuelvo a recordar la pesadilla: estaba
en un bosque y sin saber por qué,
corría, no se oía nada, solo mis pisadas y algunas que otras ramas que crujían
debajo de mi cuerpo. No sabía por qué, pero estaba segura de que algo siniestro
me perseguía. Me caí encima de las ramas y sentí cómo éstas me cortaban. Ya no
podía más. Un aliento frío como el hielo me susurró a la espalda unas palabras
que se quedarán petrificadas en mi mente.
-Hagas lo que hagas, corras lo
que corras, nunca escaparás de mí. Ni Daniel, ni tu padre te podrán salvar del
destino que te espera.-Vuelvo a abrir los ojos, la oscuridad ahora me asusta. Enciendo
la luz y me acurruco debajo de mi manta,
llorando por primera vez después de tantos años. Antes, una pesadilla no me
hubiera hecho llorar, pero después de que mi padre dijera quién era yo, en
realidad, después de que esa gente me mirara con odio, después de haber visto a Daniel pegándole puñetazos, con todas
su fuerzas, a un saco de boxeo, en el gimnasio mientras intentaba aguantar unas
lagrimas de impotencia, siento miedo hasta de mi propia sombra. Parezco fuerte,
soy sarcástica y mil cosas más, pero realmente eso solo es una estúpida fachada.
No quiero tener miedo, pero sé que Daniel estaba así no porque a él le fuera a
pasar algo, sino porque me podría pasar a mí. Cierro los ojos y vuelvo a
recordar, pero ahora no es un mal sueño, sino la más cruda y verdadera realidad:
“-No
lo entiendes, Beatriz -decía él, parando el saco de boxeo, quitándose la camisa
de la escuela que estaba empapada en sudor, dejándola en una esquina y
apretando bien fuerte los guantes para volver a darle al saco. Había estado dos
horas pegándole a ese saco rojo y viejo mientras yo lo observaba desde el
potro-. Yo no tengo miedo por mí, yo soy lo bastante fuerte como para
defenderme, pero solo estamos Arthur y yo para cuidarte a ti. Si nos
despistamos un momento, o sale de algún lado alguien que es más fuerte que
nosotros, no te volveré a ver el pelo y te aseguro que tú no volverás a ver
nada.
-No
te preocupes, no me va a pasar nada, ya viste lo que le hice a Úrsula. Si pude
con ella, podré con cualquiera.
-Beatriz,
no conoces a la gente que está allá afuera.-Me mira con esos ojos verdes, con
el pelo alborotado y con el pecho al descubierto y siento que algo se vuelve a
mover en mi interior. Se quita los guantes, coge una toalla y se la cuelga al
cuello mientras se acerca y posa sus manos en mis muslos-. Ellos pueden hacer
cualquier cosa, ¿me oíste? Cualquier cosa con tal de que tu familia
desaparezca. Ten cuidado, no confíes en nadie que no seamos nosotros, ¿lo
entiendes? -Yo asiento y él se va a la ducha del gimnasio.”
Abro los ojos, sintiéndome rara.
Me bajo de la cama y miro por la ventana, las lágrimas siguen cayendo. Salgo de
la soledad de mi habitación para encontrarme con el oscuro y frío pasillo;
camino sin rumbo, sola. Siento cómo el miedo me vuelve a invadir y me siento en
el suelo, abrazándome, pensando en lo idiota que he sido saliendo de mi
habitación. Allí no me hubiera pasado nada, hubiera estado sola, pero en la
comodidad y tranquilidad de mi espantoso cuarto. Algo me toca un brazo y suelto
un grito.
-Eh, tranquila, no te voy a hacer
nada, ¿estás bien? Soy Laura, tú eres Beatriz, ¿verdad? -Por alguna razón los
ojos amarillos de esa chica me tranquilizan. Sigo llorando, sé que nada,
absolutamente nada, va a hacer que pare. La chica se agacha y se sienta a mi
lado-. ¿Por qué lloras? -No respondo, sé que ella no me va a comprender. No
sabe todo lo que percibo, no sabe cómo me mira la gente, no sabe nada, pero sé
que su pregunta no es como la de las demás chicas; no es para contar un chisme,
sino para que me desahogue de mi mal-. Ya sé, no me conoces de nada, siento ser
tan cotilla, pero no quiero verte mal.-Y he ahí la confirmación de mis
sospechas.
-La-laura, ¿te importari-ría
acompañar-ñarme a mi-mi habita-tación? -pregunto entre sollozos. Ella se
levanta, me extiende una mano. Yo la acepto, ella se coloca a mi lado y no me
suelta hasta que llegamos a una habitación y sé que no es la mía porque toca
varias veces antes de entrar. Alguien abre la puerta y al verme me abraza y me
entra en la habitación. Sé que Laura se ha ido porque la oigo decir adiós y
cerrar la puerta. La persona que me tiene entre sus brazos hace que levante la
cabeza, haciendo que me encuentre con los ojos color ámbar de Arthur. Intento
apartar la mirada, ya que no quiero que me vea así, pero él me aguanta la
cabeza con la mano.
-¿Qué te pasa? -Niego, ya que no
quiero contárselo, me niego-. Beatriz Scarlett…
-No-no me llames po-por mi
nom-nombre completo.-Lo corto.
-Pues dime qué te pasa. Jamás
pensé que te vería llorar.-Me encojo de hombros e intento apartarme de él, pero
es imposible, está pegado a mí como una lapa-. Beatriz, dime…
-No-no quie-quiero.
-Quédate aquí, voy a buscar a
Daniel.-Por fin me suelta, abre la puerta y desaparece cuando se cierra tras de
sí. Miro la habitación en la que no he estado antes, no se parece a la mía;
supongo que está decorada al gusto de Arthur. Las paredes son azul claro, la
cama es grande con un edredón azul oscuro. En la pared tiene fotos, en la
mayoría sale él. Las cortinas van a juego con el edredón de la cama, tiene una
estantería con muchos libros encima del escritorio que es blanco y tiene un
ropero del mismo color que este.
Camino hasta la cama y me meto
debajo del edredón que ya está arrugado; poso la cabeza encima de la almohada y
noto que tiene el olor de Arthur en ella; cierro los ojos, pero las lágrimas
siguen cayendo, intento pensar en que nada está mal, que ese sueño no es
verdad, pero por alguna razón no me lo creo. La puerta se vuelve a abrir, no
abro los ojos, ya qué sé quién está ahí.
Alguien se mete en la cama y me
abraza; ahora sí que me siento protegida, abro los ojos y no sé por qué me
esperaba a esa persona en vez de a la que le pertenece la habitación.
-¿Qué te pasa? -Me pregunta
mirándome a los ojos. Casi no puedo distinguir nada de su cara por culpa de las
lágrimas. Niego, ya que sin saber por qué un nudo me presiona la garganta.
Acurruco la cabeza en su pecho, intentando que no vea mi cara, pero me siento
patética, tanto si la mira como si no, y aunque sé que en sus brazos voy a
estar más segura que en cualquier lugar de este planeta, me aparto y me levanto
de la cama. Arthur me mira impotente y yo me siento como una bruja por ser así
con ellos, pues aunque apenas me conocen, han hecho lo imposible para que esté
bien. Salgo de la habitación esquivando a Arthur; éste intenta cogerme, pero le
cierro la puerta en las narices y salgo corriendo. No pienso en que estoy sola,
no pienso en que realmente esto no tiene sentido ya que yo nunca he querido
estar con gente, no pienso en que soy idiota por tenerle miedo a una pesadilla
y a todo lo que me rodea, no pienso en nada, solo corro hasta que llego a la
entrada del internado, abro las puertas y salgo fuera, pero al ver todo lo que
me rodea me vuelven las lagrimas con más fuerza. Yo no había visto la parte exterior
del edificio y, al reconocer el lugar, un escalofrío me recorre la columna
vertebral. Mi pesadilla, la voz, el bosque oscuro, todo está ahí. Las palabras
de aquel ser vuelven a mi mente y cuando alguien me arrastra al interior del
edificio un grito se cuela entre mis dientes y caigo al piso-. ¡Por Dios,
Beatriz! ¿Qué te pasa? -Me tiro en sus brazos y me arrepiento de haber salido
de ellos hace un rato.
-Odi-dio este lu-lugar. Odi-dio
senti-tirme así. Odi-dio te-tener mie-miedo. Odi-dio ne-nece-cesitarte -digo
muy a pesar de mí. Él me levanta en brazos y me lleva a mi habitación, me mete
debajo de la manta, apaga la luz, se sienta en la cama, se quita los zapatos y
se mete conmigo debajo de la manta, abrazándome por detrás y haciendo que el
sueño venga a por mí enseguida.
-Cada vez que tengas miedo, cada
vez que necesites a alguien, para cualquier cosa, siempre llámame a mí, que
seré cualquier cosa que tú necesites.-Las palabras de aquella voz espeluznante
fueron sustituidas por las palabras de la voz más dulce que jamás ha escuchado
nadie. Cierro los ojos y me dejo arrastrar por la inconsciencia.
-Beatriz, venga, levántate que
llegamos tarde.
-Uhmm, mamá, cinco minutos más…
-¿Qué? -Me doy la vuelta y veo a
Daniel con los brazos cruzados y una ceja levantada. Yo suelto una carcajada y
él otra. Me doy la vuelta y saco un pie y luego otro de debajo de la manta;
abro el ropero y saco mi bolsa-. Si quieres, puedes seguir -dice mientras me
estoy bajando los pantis del pijama. Según oigo eso, vuelvo a colocar los
pantis en su sitio y lo miro-. No, no, por favor, no pares, tienes buen culo.
-Sabes que solo lo hice porque
estoy medio sobada, ¿no? Porque en mi sano juicio no me quitaría la ropa
delante de ti.-Él se ríe y se da la vuelta.
-Puedes cambiarte, no miro.-Voy
hasta donde está él y lo echo a empujones de mi habitación. Cierro la puerta,
me visto, salgo y me tropiezo con algo en la entrada-. No has tardado mucho -dice
mirándome desde el suelo.
-No, yo soy rápida.-Se levanta y
me mira.
-Serás rápida, pero me gustaría saber
cuándo te vas a poner el uniforme.
-Si quieres me lo pones en mi
entierro -digo con una sonrisa sarcástica.
-Me gusta más verte así.
-Ya y a mí, el negro es el color
que mejor me queda.-Suelta una carcajada.
-No lo decía por eso, me refiero a
que me gusta más verte haciendo bromas, que verte llorar.
-Ah, eso, a mí también me gusta
más.-Entramos en el comedor y Úrsula se levanta y se empieza a reír-. ¿Qué te
pasa ahora, Barbie de porcelana?
-Me pasa que estoy viendo a una
niña llorica. ¿Qué te pasa? ¿Echas de menos a tu mamá? -Intento contestarle,
pero Daniel me pone una mano en la boca y me saca de ahí.
-Me gustaría decirle un par de
cosas, y además tengo hambre.-Él vuelve a entrar, y sale de nuevo con un
bocadillo, que me voy comiendo camino de clase. La campana suena y todo el
mundo va entrando en el aula. Cuando voy
a entrar, Daniel me agarra de una mano, me estampa contra la pared y se queda
mucho tiempo mirándome a los ojos. Yo lo miro y por alguna razón me entran
ganas de besarle.
-¿Qué haces? -Le pregunto
entrecortadamente.
-Algo que quiero hacer desde hace mucho tiempo -contesta mientras estampa sus labios contra los míos, haciendo que mi cuerpo tiemble.
Me a encantado, y creo que me imagino elsiguiente capitulo...¿lo narra Daniel? quedaria bien
ResponderEliminarBueno lo dicho me a encantado sobre todo el fanal del capi y cuando duermen juntos y Daniel le dice eso